Domingo 31º del Tiempo Ordinario. Todos los fieles difuntos, o sea todos los seres humanos muertos


Ayer hablamos de la santidad que nos llena y al mismo tiempo nos lleva, y tira de nosotros, es esa experiencia vital de Jesús y también de nosotros del Abba. Abba, Dios, mujer, Padre y Madre, que se conmueve hasta en sus entrañas cuando su criatura le reclama.
A este Abba clamó Jesús desde la cruz. Y este Abba se conturbó y hasta lloró cuando murió Jesús, el Hijo.
¡Cómo no vamos a llorar nosotros, cuando lo que queremos se nos muere! Seríamos inhumanos si no lo hiciéramos.
Por eso, hoy, recordamos a todos los difuntos, ellas y ellos, niños y mayores, que no importa cómo fue, pero se fueron.
Pero el Abba después de llorar, gritó como antes había gritado. ¡Este es mi hijo, el predilecto! Y lo resucitó. También el Abba ha resucitado a cuantos murieron. Por eso debemos estar tranquilos, que no les pasa nada, que están bien.
Ellos pasaron a mejor vida, a la vida fetén, al cielo que decimos, esté donde esté. Y pasaron para una vida que ya no morirá.
Por eso debemos estar también hoy alegres con la misma alegría de ayer. Porque el que nos hace santos también nos hace eternos.
Seríamos unos insensatos si no aprendiéramos una lección de este día. Y esa lección es varia:
1. La vida es misterio. La muerte también. Vivamos el misterio con respeto, en oración, en compromiso, en comunidad, en humanidad.
2. Somos de memoria frágil, recordamos hasta donde recordamos. Pero Dios no olvida, confiemos en Él.
3. Dios también llora cuando muere alguno de sus hijos e hijas. Ahora alguien quiere recordar nuestro pasado más cruel, la guerra incivil tildada de santa cruzada. Lloremos también si es preciso, que alivia, pero sobre todo recordemos para no volver a lo mismo de antaño.
4. Morir está ahí, es inevitable. Vivamos el presente con honradez y en precario, que va a durar lo que va a durar.
5. Alguien dijo: ¡Aquí nos salvamos todos o no se salva ni dios! Pues que sea así, Amén. Pero ese dios con minúscula es el Abba que nos quiere y que nos apremia a vivir con una vida con mayúsculas.

Música Sí/No