Natividad del Señor

Lectura del libro de Isaías (52, 7-10)


7 ¡Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que proclama la paz,
que anuncia la buena noticia,
que pregona la justicia,
que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!».
8 Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara al Señor,
que vuelve a Sión.
9 Romped a cantar a coro,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha rescatado a Jerusalén.
10 Ha descubierto el Señor su santo brazo
a los ojos de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la salvación de nuestro Dios.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial [97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4. 5-6 (R/.: 3cd)]


R/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.

V/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

V/. El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

V/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R/.

V/. Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas.
aclamad al Rey y Señor. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos (1, 1-6)


1 En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. 2 En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.
3 Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; 4 tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.
5 Pues ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy”; y en otro lugar: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”?
6 Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios”.

Palabra de Dios.

Aleluya


R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

V/. Nos ha amanecido un día sagrado;
Venid, naciones, adoradal Señor,
porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra. R/.

Lectura del santo Evangelio según San Juan (1, 1-18)


1 En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
2 Él estaba en el principio junto a Dios.
3 Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
[ 6 Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
7 este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
8 No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. ]
9 El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
10 En el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
11 Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
12 Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
13 Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
14 Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
[ 15 Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
16 Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
17 Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
18 A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. ]

Palabra del Señor.

Homilía


Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Estas palabras de Blas de Otero llevan por título En el principio. Como todo poema tiene la posibilidad de ser interpretado desde la propia persona de su autor, qué expresa, qué nos quiere transmitir; pero también desde quien lo declama, lee o analiza. Tiene riqueza polifónica.
Encuentro entre estos versos y el prólogo del evangelio de san Juan cierta sintonía, incluso algún paralelismo. A nuestro poeta le ocurre que al final, cuando no tiene más de qué echar mano porque lo ha perdido o ha desechado todo, le queda la palabra. Dios, por el contrario, ya ni palabra tiene porque nos la ha dado.
En su palabra se ha vaciado totalmente, no tiene más que ofrecernos.
Es san Juan de la Cruz, otro poeta nuestro, el que trata de acercarnos ese misterio de amor, aunque apenas logre satisfacer nuestras inquietudes. ¿Dios? ¿dónde estás? ¿por qué no respondes a nuestras preguntas? ¡Dios, eh, míranos, haznos siquiera un poquito de caso!
“Podría Dios responder de esta manera: «Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en él, porque en él te lo tengo dicho todo y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas»”. (Subida al monte Carmelo)
A Dios ya no le quedan más palabras. Se nos ha dado volcándose en nosotros.
Dios en nuestra carne, Dios con nosotros, Dios en nosotros. Es Navidad.

Domingo 4º de Adviento



Lectura del libro de Isaías (7, 10-14)


Mirad: la virgen está encinta

En aquellos días, 10 El Señor volvió a hablar a Ajaz y le dijo:
11 «Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
12 Respondió Ajaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
13 Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? 14 Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial [23, 1b-2. 3-4ab. 5-6 (R/.: cf 7c. 10c)]


R/. Va a entrar el Señor:
él es el Rey de la Gloria.

V/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

V/. ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro de corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

V/. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Ésta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (1, 1-7)


Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios

1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para el Evangelio de Dios, 2 que fue prometido por sus profetas en las Escrituras Santas 3 y se refiere a su Hijo, nacido de la estirpe de David según la carne, 4 constituido Hijo de Dios en poder según el Espíritu de santidad por la resurrección de entre los muertos: Jesucristo nuestro Señor.
5 Por él hemos recibido la gracia del apostolado, para suscitar la obediencia de la fe entre todos los gentiles, para gloria de su nombre. 6 Entre ellos os encontráis también vosotros, llamados de Jesucristo.
7 A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados santos, gracia y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.

Aleluya (Mt 1, 23)


R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

V/. Mirad: la virgen concebirá y dará a lus un hijo
y le pondrán por nombre Enmanuel, “Dios-con-nosotros”. R/.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (1, 18-24)


Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David

18 La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
19 José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. 20 Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. 21 Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
23 «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
24 Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

Palabra del Señor.


Homilía


La anunciación a San José, episodio evangélico sólo narrado por Mateo, forma unidad con la anunciación a María, sólo de Lucas; y ambas se completan con el texto de san Pablo que acabamos también de escuchar. El conjunto nos introduce en el misterio de Dios encarnado diciéndonos quién es Jesús: hijo de David, según la carne, constituido, según el Espíritu, Hijo de Dios.
Y así nos enteramos de que a Jesús, cuyo significado es “salvador”, también debemos llamarlo Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”.
Hubo un tiempo en que no había dificultad para hablar de Dios; no sólo existía, todo el mundo lo daba por hecho; estaba además en alguna parte, todas las cosas le pertenecían y él no dejaba ningún rincón del universo sin ocupar. Dios era alguien para cada persona porque ya lo era para la sociedad y para todo el universo conocido. Era, sin embargo, un Dios lejano, distante, y muy serio.
 Hoy día es mucho más complicado hablar de Dios, y pasa necesariamente por experimentarlo en nuestro interior. De no sentirlo dentro de nosotros, malamente lo encontraríamos fuera. Y, al contrario, experimentándolo en nosotros, rastrearlo fuera no ofrecerá dificultad. Dios para el preocupado san José supuso cercanía, consuelo, alegría y plenitud.
Esto nos plantea una doble pregunta: ¿Cómo llegar a disfrutar la dicha de ese Dios interior? ¿Cómo manifestarlo y anunciarlo a los demás?
Es doctrina segura de la Iglesia que el Espíritu Santo nos asiste en todo y para todo, hasta para llegar a Dios. Y no falla. Pero, digo yo, alguna ayuda necesitará de nosotros.
Hay cantidad y variedad de manuales y de autores que aportan modos de entrar en comunicación con Dios. Unas propias y algunas importadas de otras creencias y religiones. No creo en las fórmulas magistrales, aunque en esto hay personas que saben y lo enseñan. Sin gustarme demasiado, tomo unas palabras de un sacerdote y teólogo español, José Antonio Pagola:
“El secreto consiste sobre todo en saber estar con los ojos cerrados y en silencio apacible, acogiendo con un corazón sencillo esa presencia misteriosa que nos está alentando y sosteniendo. No se trata de pensar en eso, sino de estar «acogiendo» la paz, la vida, el amor, el perdón... que nos llega desde lo más íntimo de nuestro ser.
Es normal que, al adentrarnos en nuestro propio misterio, nos encontremos con nuestros miedos y preocupaciones, nuestras heridas y tristezas, nuestra mediocridad y nuestro pecado. No hemos de inquietarnos, sino permanecer en el silencio. La presencia amistosa que está en el fondo más íntimo de nosotros nos irá apaciguando, liberando y sanando.
Karl Rahner, uno de los teólogos más importantes del siglo XX, afirma que, en medio de la sociedad secular de nuestros días, «esta experiencia del corazón es la única con la que se puede comprender el mensaje de fe de la Navidad: Dios se ha hecho hombre»”.
Y concluye: “El misterio último de la vida es un misterio de bondad, de perdón y salvación, que está con nosotros: dentro de todos y cada uno de nosotros. Si lo acogemos en silencio conoceremos la alegría de la Navidad”.

Domingo 3º de Adviento

 

Lectura del libro de Isaías (35, 1-6a. 10)


Dios viene en persona y os salvará

1 El desierto y el yermo se regocijarán,
se alegrará la estepa y florecerá,
2 germinará y florecerá como flor de narciso,
festejará con gozo y cantos de júbilo.
Le ha sido dada la gloria del Líbano,
el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Contemplarán la gloria del Señor,
la majestad de nuestro Dios.
3 Fortaleced las manos débiles,
afianzad las rodillas vacilantes;
4 decid a los inquietos:
«Sed fuertes, no temáis.
¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite,
la retribución de Dios.
Viene en persona y os salvará».
5 Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,
los oídos de los sordos se abrirán;
6 entonces saltará el cojo como un ciervo.
10 Retornan los rescatados del Señor.
Llegarán a Sión con cantos de júbilo:
alegría sin límite en sus rostros.
Los dominan el gozo y la alegría.
Quedan atrás la pena y la aflicción.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial [145, 6c-7. 8-9a. 9bc-10 (R/.: cf. Is 35, 4)]


R/. Ven, Señor, a salvarnos.

V/. El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

V/. El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.

V/. Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente;
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

Lectura de la carta del apóstol Santiago (5, 7-10)


Fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca

7 Hermanos, esperad con paciencia hasta la venida del Señor.
Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía.
8 Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.
9 Hermanos, no os quejéis los unos de los otros, para que no seáis condenados; mirad: el juez está ya a las puertas.
10 Hermanos, tomad como modelo de resistencia y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.

Palabra de Dios.

Aleluya [Is 61, 1 (Lc 4, 18ac)]


R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

V/. El Espíritu del Señor está sobre mí:
Me ha enviado a evangelizar a los pobres. R/.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 2-11)


¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

En aquel tiempo, 2 Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:
3 «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
4 Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: 5 los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados.
6 ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
7 Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? 8 ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, 9 ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta.
10 Este es de quien está escrito:
“Yo envío a mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino ante ti”.
11 En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».

Palabra del Señor.


Homilía


La mejor noticia puede resultar un desastre por ausencia o indecencia del pregonero. No es suficiente tener un buen mensaje; hay que comunicarlo en tiempo y forma adecuados, para que llegue a quien va dirigido y cumpla su fin. Si el mensajero no está, si aparece tarde, si se presenta en malas condiciones, no tendrá credibilidad, no valdrá para nada su trabajo, una buena noticia se perderá.
Cuando se quiere desvirtuar una noticia o falsificarla, sólo basta con matar al mensajero. Esta práctica habitual en el campo periodístico, también sirve en el terreno de la fe y del testimonio cristiano. Los creyentes en Jesús, con demasiada frecuencia, nos suicidamos como anunciadores de la Buena Nueva del Reino de Dios.
Por eso hoy tenemos que escuchar a Jesús que ensalza a Juan el Precursor, porque es y ejerce de profeta, porque es coherente en su conducta y en el modo de presentarse, porque no se doblega ni se disculpa, porque él mismo encarna lo que comunica. Juan no es el mensaje, pero el mensaje se hace creíble por el mensajero.
Jesús se lo agradece llamándole “el más grande de los nacidos de mujer”.
No termina ahí Jesús; sigue diciendo, y esto ya dirigiéndose a nosotros: Mi madre María es grande porque escucha a Dios y cumple su voluntad. Vosotros, sus hijos, sois grandes también, mucho más que Juan, porque llenos de su alegría, contagiados de su esperanza, mostráis el Reino de Dios aquí y ahora, y peregrináis junto a ella hacia el Padre.
Bienaventurados somos y seremos, si nos dejamos llevar por el Espíritu de Jesús resucitado para que los ciegos vean y los cojos anden; los leprosos queden limpios y los sordos oigan; los muertos resuciten y los pobres sean evangelizados.
Esperemos con paciencia la venida del Señor; esto es, como el labrador, hagamos todo lo que tenemos que hacer para que la tierra que cultivamos, debidamente preparada, de fruto a su debido tiempo. Fortalezcamos las manos débiles, robustezcamos las rodillas vacilantes y digámonos unos a otros: «Sed fuertes, no temáis. ¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvará».

Domingo 2º de Adviento

 

Lectura del libro de Isaías (11, 1-10)


Juzgará a los pobres con justicia

En aquel día: 1 brotará un renuevo del tronco de Jesé,
y de su raíz florecerá un vástago.
2 Sobre él se posará el espíritu del Señor:
espíritu de sabiduría y entendimiento,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de ciencia y temor del Señor.
3 Lo inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias
ni sentenciará de oídas;
4 juzgará a los pobres con justicia,
sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra;
pero golpeará al violento con la vara de su boca,
y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.
5 La justicia será ceñidor de su cintura,
y la lealtad, cinturón de sus caderas.
6 Habitará el lobo con el cordero,
el leopardo se tumbará con el cabrito,
el ternero y el león pacerán juntos:
un muchacho será su pastor.
7 La vaca pastará con el oso,
sus crías se tumbarán juntas;
el león como el buey, comerá paja.
8 El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente,
y el recién destetado extiende la mano
hacia la madriguera del áspid.
9 Nadie causará daño ni estrago
por todo mi monte santo:
porque está lleno el país del conocimiento del Señor,
como las aguas colman el mar.
10 Aquel día, la raíz de Jesé será elevada
como enseña de los pueblos:
se volverán hacia ella las naciones
y será gloriosa su morada.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial [71, 1bc-2. 7-8. 12-13. 17 (R/.: cf. 7)]


R/. Que en sus días florezca la justicia
y la paz abunde eternamente.

V/. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

V/. En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

V/. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

V/. Que su nombre sea eterno
y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (15, 4-9)


Cristo salva a todos los hombres

Hermanos:
4 Todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que a través de nuestra paciencia y del consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. 5 Que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús; 6 de este modo, unánimes, a una voz, glorificaréis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
7 Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. 8 Es decir, Cristo se hizo servidor de la circuncisión en atención a la fidelidad de Dios, para llevar a cumplimiento las promesas hechas a los patriarcas 9 y, en cuanto a los gentiles, para que glorifiquen a Dios por su misericordia; como está escrito:
«Por esto te alabaré entre los gentiles
y cantaré para tu nombre».

Palabra de Dios.

Aleluya (Lc 3, 4cd. 6)


R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

V/. Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.
Toda carne verá la salvación de Dios. R/.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (3, 1-12)


Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos

1 Por aquellos días, Juan el Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:
2 «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». 3 Este es el que anunció el profeta Isaías diciendo:
«Voz del que grita en el desierto:
“Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos”».
4 Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
5 Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; 6 confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
7 Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
«¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?
8 Dad el fruto que pide la conversión.
9 Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.
10 Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego.
11 Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias.
Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
12 Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».

Palabra del Señor.


Homilía


La escena que presenta el profeta Isaías de un niño pastoreando a las fieras y del lobo conviviendo con el cordero suena a cuento de hadas. Es más propio de los sueños que de la realidad. Es el final de una novela rosa, que nos entretiene el aburrimiento de la tarde de domingo y nos deja el ánimo pacificado para entrar en la noche antes de volver al tajo el lunes en la mañana.
La realidad no es así. Al contrario, a los niños y niñas hay que protegerlos de las fieras corrupias y ojito con el ganado por si vienen lobos. Por eso estamos tan a la defensiva. Hemos reforzado no sólo las puertas de nuestras casas; también el corazón lo tenemos atrincherado; y cuando salimos del reducto íntimo de convivencia, parece que vamos a la guerra donde todos y todo nos amenazan. ¡Menudo cómo son los derpertares de los lunes!
Y en esto aparece Juan Bautista gritando ¡convertíos! Y nosotros, que ya hemos hecho todo lo que sabemos y podemos por adecuarnos a la preocupante, más bien habría que decir temible atmósfera exterior, entendemos que lo que se da es un mensaje religioso: reconocer nuestros pecados y arrepentirnos mediante la penitencia. Y no sé hasta qué punto estamos por la labor…
Lo mismo posiblemente les pasaría a quienes escuchaban al Bautista; ellos entendieron que bautizándose con agua y reconociéndose pecadores, atendían al mismo tiempo al requerimiento de Juan y a calmar la ansiedad permanente que padecían.
Juan cedía a bautizar a las gentes que se lo pedían, incluso aceptaba la confesión de los pecados, pero les advierte: yo sólo bautizo con agua, el que viene detrás de mí lo hará con Espíritu Santo y fuego.
Jesús de Nazaret, el que llega, repetirá lo de Isaías: ese cambio lo hará el Espíritu de Dios. ¿Cómo? A través nuestro.
En palabras de papa Francisco, en su alocución al III Encuentro Mundial de los Movimientos Populares que ha tenido lugar en Roma del 3 al 5 de noviembre pasado: incorporando en todos nosotros “un proyecto de vida que rechace el consumismo y recupere la solidaridad, el amor entre nosotros y el respeto a la naturaleza como valores esenciales. Es la felicidad de ‘vivir bien’ lo que la gente reclama, la ‘vida buena’, y no ese ideal egoísta que engañosamente invierte las palabras y nos propone la ‘buena vida’”. Esto, resumido en cuatro propuestas, suena así:
1) ¡Rebelaos contra la tiranía del dinero!
“El terrorismo empieza cuando ‘has desechado la maravilla de la creación, el hombre y la mujer, y has puesto allí el dinero’.
Tenemos que ayudar para que el mundo se sane de su atrofia moral”.
2) ¡Sed solidarios!
“¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco, de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto?”.
3) ¡Revitalizad la democracia!
“No tengan miedo de meterse en las grandes discusiones, en Política con mayúscula, y cito a Pablo VI: ‘La política ofrece un camino serio y difícil –aunque no el único– para cumplir el deber grave que cristianos y cristianas tienen de servir a los demás’. O esa frase que repito tantas veces: ‘La política es una de las formas más altas de la caridad, del amor’”.
4) ¡Sed austeros! ¡Huid de la corrupción!
 “Así como la política no es un asunto de los ‘políticos’, la corrupción no es un vicio exclusivo de la política. Hay corrupción en la política, hay corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de comunicación, hay corrupción en las iglesias y también hay corrupción en las organizaciones sociales y los movimientos populares. Frente a la tentación de la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad; esa austeridad moral y personal”.
Eso sí que suena a verdadera revolución; ahí sí se puede entender qué sea convertirse según el Evangelio. Porque lo que necesitaban en tiempos de Juan y lo que exige el tiempo actual que vivimos es una trasformación en las personas de tal calado que el resultado sea una sociedad completamente nueva.

Domingo 1º de Adviento




Lectura del libro de Isaías (2, 1-5)


El Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios

1 Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
2 En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
3 caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
4 Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
5 Casa de Jacob,
venid; caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial [121, 1bc-2. 4-5. 6-7. 8-9 (R/.: cf. 1bc)]


R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

V/. Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor».
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

V/. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David. R/.

V/. Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.

V/. Por mis hermanos y compañeros
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (13, 11-14a)


La salvación está más cerca de vosotros

Hermanos:
11 Comportaos reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. 12 La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz.
13 Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. 14 Revestíos más bien del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.

Aleluya (Sal 84, 8)


R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

V/. Muéstranos, Señor tu misericordia
y danos tu salvación. R/.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (24, 37-44)


Estad en vela para estar preparados

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
37 Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
38 En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; 39 y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: 40 dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; 41 dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
42 Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
43 Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
44 Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.

Palabra del Señor.

Homilía


Al toque de atención, «Daos cuenta del momento que vivís», la liturgia de hoy une la visión utópica del monte del Señor, en el que «de las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra». Y la invitación a caminar en la luz del Señor. Es el Adviento que nos reclama; a unos para que dejen de mirar hacia el pasado, porque ya no existe y no volverá; a otros para desengañarlos de un futuro que, bueno o malo, aún no está y no sabemos si llegará y lo conoceremos; a todos para ofrecernos la oportunidad de renovarnos aceptando la gracia, que es el mismo Dios presente en nosotros, y permitiendo que nuestras vidas salgan de la rutina y del amodorramiento.
La realidad nos apremia, no perdamos el tiempo, no gastemos nuestras fuerzas en lo que no merece la pena, valoremos a las personas por su dignidad, no corramos por consumir y disfrutar sin tener en cuenta las necesidades y sufrimientos de tanto ser humano golpeado por este tipo de vida, cojamos el presente con ambas manos para hacerlo coincidir con el sueño de Dios que es Dios de vida.
Vivir vigilantes con Jesús es vivir con honradez, en el sitio y el trabajo en que cada cual esté, haciendo lo que tengo que hacer y diciendo lo que tengo que decir, aunque eso represente una trabajosa labor o una seria amenaza. Jesús no mete miedo, nos propone un proyecto de responsabilidad ante la tarea que cada cual tiene que llevar adelante en la vida.
El Señor viene; que nosotros le esperemos saliendo a su encuentro.

Domingo 34º del Tiempo Ordinario. Jesucristo, Rey del Universo




Lectura del segundo libro de Samuel (5, 1-3)


Ellos ungieron a David como rey de Israel

En aquellos días, 1 todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebrón y le dijeron:
«Hueso tuyo y carne tuya somos. 2 Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: «Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel».
3 Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial [121, 1bc-2. 4-5 (R/.: cf. 1bc)]


R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

V/. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

V/. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1, 12-20)


Nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor.

Hermanos:
12 Demos gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
13 Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado
al reino del Hijo de su amor,
14 por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
15 Él es imagen del Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
16 porque en él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres,
visibles e invisibles.
Tronos y Dominaciones,
Principados y Potestades;
todo fue creado por él y para él.
17 Él es anterior a todo,
y todo se mantiene en él.
18 Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
19 Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
20 Y por él y para él
quiso reconciliar todas las cosas,
las del cielo y las de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios.

Aleluya (Mc 11, 9. 10)


R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

V/. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David!

Lectura del santo Evangelio de san Lucas (23, 35-43)


Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino

En aquel tiempo, 35 los magistrados hacían muecas, diciendo:
«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
36 Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, 37 diciendo:
«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
38 Había también por encima de él un letrero:
«Este es el rey de los judíos».
39 Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
40 Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? 41 Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».
42 Y decía:
«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
43 Jesús le dijo:
«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Palabra del Señor.


Homilía


«Si mi reino fuera de este mundo…». Así contesta Jesús a Pilato que le pregunta si es Rey. Y no, su reino no es de este mundo. Tampoco Jesús es rey al estilo de las monarquías mundanas. Ni fue el rey de los judíos, como tampoco lo es ahora de los católicos, aunque con esta fiesta concluyamos el año litúrgico.
Jesús es Rey porque une en sí mismo lo mejor de Dios y lo mejor del ser humano. En él se junta lo que estaba separado. Por él y con él Dios reina en sus criaturas y el universo entero adora al único Dios verdadero. Es Rey porque todo procede de él, y todo confluye hacia él tras un largo camino de perdón, sanación y maduración.
¡Claro que su reino no es de este mundo! Nuestro mundo no lo soporta; la historia de Jesús de Nazaret, y sobre todo su muerte violenta narrada por los evangelistas lo demuestra. Pero sí es posible un mundo donde él sea Rey. Y no se trata de un imposible, vemos en el Evangelio que ese reino fue experimentado por las gentes a quienes Jesús se acercó.
El Reinado de Dios también hoy es experimentado en Jesús Rey, y supone la transformación de nuestro mundo romo, frío y profundamente injusto. Jesús es rey porque ofrece a quien nada tiene y nada espera la oportunidad de invocarle desde su corazón necesitado y solitario. Jesús es rey porque despierta la fe adormecida o la planta donde no la hay. Jesús es rey porque tiene sus caminos para encontrarse con cada persona, con todos nosotros; caminos que no siempre pasan por donde indican las directrices oficiales. Jesús es rey porque hace que nuestro corazón escuche a la propia conciencia. Jesús es rey del mismo modo que nosotros exclamamos “mi rey” a quien mucho queremos. Jesús es rey porque desea ardientemente reinar en nuestros corazones.
Jesús es rey que nos ofrece su reino, donde todos seamos bienaventurados porque ya ahora encarnemos las bienaventuranzas.
De Leonard Cohen recientemente fallecido es esta frase: “Actúa de la manera en la que te gustaría ser y pronto serás de la manera en la que actúas”. Parafraseando libremente sus palabras, podemos decir: Si dejamos a Jesús que ocupe el lugar central de nuestra vida, terminaremos siendo súbditos fieles y decididos de un Reino que no conoce fronteras: El Reino de Dios.
Jesús es nuestro Rey porque es el Dios en quien creemos, y es el hombre a quien amamos y con el que ansiamos identificarnos.

Música Sí/No