Mostrando entradas con la etiqueta 1º Adviento C. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 1º Adviento C. Mostrar todas las entradas

Domingo 1º de Adviento


Comienza el adviento, tiempo de esperanza. ¿Esperanza por qué? Debe ser porque viene el amor, el único capaz de suscitar esperanza. La primera parte del adviento celebra que aquel Jesús, que un día nació en Belén y volvió al cielo, vendrá de nuevo para juzgar a vivos y muertos. Los juicios siempre dan un poco de miedo. Pero el evangelio de hoy, primer domingo de este adviento, tras describir la segunda venida del Señor en términos cósmicos, como si la tierra tuviera que volverse del revés, anuncia a los creyentes: “cuando esto suceda, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”. No hay que tener ningún miedo: se acerca la liberación. Debe ser que viene el amor.
La segunda parte del adviento dirige nuestra mirada a la primera venida del Señor, a su nacimiento en Belén. Allí un ángel anunció a los pastores tan buena nueva. Y los pastores “se llenaron de temor”. Pero el ángel les dijo: no temáis, ha nacido un Salvador. Tampoco entonces había motivos para el miedo, porque venía la salvación, otra palabra para designar la liberación. Venía el amor. Y entre estas dos venidas, la primera que ya ocurrió y la última que todavía esperamos, nosotros, los cristianos, ante tantas personas desalentadas y temerosas, porque han perdido el trabajo, o porque la vida ya no les sonríe, estamos llamados a ofrecer esperanza. ¿Cómo? Por medio del amor.
Cuando nos encontramos con personas en situación difícil, la mejor manera de despertar su esperanza es acercarse a ellas, interesarse por su situación, tratar de comprender, compartir su indignación y ayudarles en la medida que podamos. Nosotros, como cristianos, como Iglesia, si queremos que la esperanza se convierta en una palabra llena de realismo y de verdad, debemos buscar gestos y palabras positivas, que denoten cercanía y comprensión. Hay que dejar de lado críticas, discursos negativos, recetas espirituales alejadas de la realidad. Hay que trabajar para que este adviento sea un motivo de esperanza para todos aquellos que se encuentren con nosotros. Para ello hace falta que esas personas se convenzan de que viene el amor. Nosotros debemos sur sus portadores y sus portavoces.
Martín Gelabert OP

Domingo 1º de Adviento


ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS

Los discursos apocalípticos recogidos en los evangelios reflejan los miedos y la incertidumbre de aquellas primeras comunidades cristianas, frágiles y vulnerables, que vivían en medio del vasto Imperio romano, entre conflictos y persecuciones, con un futuro incierto, sin saber cuándo llegaría Jesús, su amado Señor.

También las exhortaciones de esos discursos representan, en buena parte, las exhortaciones que se hacían unos a otros aquellos cristianos recordando el mensaje de Jesús. Esa llamada a vivir despiertos cuidando la oración y la confianza son un rasgo original y característico de su Evangelio y de su oración.

Por eso, las palabras que escuchamos hoy, después de muchos siglos, no están dirigidas a otros destinatarios. Son llamadas que hemos de escuchar los que vivimos ahora en la Iglesia de Jesús en medio de las dificultades e incertidumbres de estos tiempos.

La Iglesia actual marcha a veces como una anciana "encorvada" por el peso de los siglos, las luchas y trabajos del pasado. "Con la cabeza baja", consciente de sus errores y pecados, sin poder mostrar con orgullo la gloria y el poder de otros tiempos.

Es el momento de escuchar la llamada que Jesús nos hace a todos. «Levantaos», animaos unos a otros. «Alzad la cabeza» con confianza. No miréis al futuro solo desde vuestros cálculos y previsiones. «Se acerca vuestra liberación». Un día ya no viviréis encorvados, oprimidos ni tentados por el desaliento. Jesucristo es vuestro Liberador.

Pero hay maneras de vivir que impiden a muchos caminar con la cabeza levantada confiando en esa liberación definitiva. Por eso, «tened cuidado de que no se os embote la mente». No os acostumbréis a vivir con un corazón insensible y endurecido, buscando llenar vuestra vida de bienestar y placer, de espaldas al Padre del Cielo y a sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo de vida os hará cada vez menos humanos.

«Estad siempre despiertos». Despertad la fe en vuestras comunidades. Estad más atentos a mi Evangelio. Cuidad mejor mi presencia en medio de vosotros. No seáis comunidades dormidas. Vivid «pidiendo fuerza». ¿Cómo seguiremos los pasos de Jesús si el Padre no nos sostiene? ¿Cómo podremos « mantenernos en pie ante el Hijo del Hombre»?

José Antonio Pagola

Música Sí/No