Domingo 2º de Cuaresma



La escena evangélica de la transfiguración trae recuerdos de la noche de navidad, cuando la gloria de Dios inundó tierras y cielos. Nosotros la descubrimos, siguiendo la llamada de los ángeles, en un niño envuelto en pañales y acompañado de sus padres y unos animales de establo.
Hoy volvemos a ser espectadores de esa gloria de Dios en lo alto de un monte, donde Jesús fue con sus discípulos a orar. Mientras Jesús entra en sintonía con su Padre, Pedro, Juan y Santiago duermen, ajenos o cansados. Al despertar, Pedro pretende retener ese momento para sí; Jesús insiste en bajar, porque esa gloria de Dios hay que anunciarla y hacerla eficaz.
Por formación tendemos a reservar a Dios a lugares especiales y momentos solemnes, y a concebir la gloria de Dios rodeada de circunstancias extraordinarias, como si la vida fuera ajena y no tuviera nada que ver con el Dios que la ha creado.
La segunda lección magistral que recibimos en Cuaresma es que tenemos que escuchar a Jesús, el Elegido, que baja desde el monte hasta el llano para llevar consigo la gloria que el Padre quiere para todos sus hijos e hijas.
En Jesús se ha perfeccionado la alianza de Dios con Abrán; de un gran pueblo y una tierra inmensa, se pasa a toda la humanidad y el universo entero. Por Jesús y con Jesús podemos decir con San Pablo: «Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa, con esa energía que posee para sometérselo todo».
Espabilémonos, salgamos del sopor o de la inactividad; demos gloria a Dios haciendo de este mundo y de este cielo, el mundo y el cielo que Dios sueña; y contribuyamos a que todo ser humano, imagen e impronta de la divinidad, recupere o alcance su dignidad de hijo de Dios. En tanto no ocurra esto, San Ireneo seguirá clamando en el desierto: “Porque la gloria de Dios es que el hombre viva, y la vida del hombre es la visión de Dios: si ya la revelación de Dios por la creación procuró la vida a todos los seres que viven en la tierra, cuánto más la manifestación del Padre por el Verbo procurará la vida a los que ven a Dios.”
Escuchemos y atendamos a Jesús: es el Verbo de Dios, su Palabra; el Evangelio que nosotros debemos anunciar como la Buena Noticia para el mundo.

Domingo 1º de Cuaresma



Cuando una persona, un colectivo, un pueblo entero, conoce su historia, su pasado y las dificultades que ha tenido que superar; cuando reconoce que su destino necesariamente ha de construirlo sobre la base de su presente; cuando sabe dónde reside lo importante y qué es lo accesorio y superfluo… esa persona, ese colectivo, ese pueblo todo están edificándose sólidamente.
Los cristianos no tenemos alternativa: sólo Dios. Lo que no es Dios, démosle el nombre que sea o disfracémoslo para que parezca importante, no nos vale.
Por eso la frase “sólo Dios basta” es mucho decir, es decirlo todo. Equivale a las palabras de Jesús: «Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto» y «No tentarás al Señor, tu Dios». Aunque tal vez estén más a nuestro alcance estas otras palabras: «No sólo de pan vive el hombre».
Tenemos que tomar decisiones en la vida, por supuesto; llegarán encrucijadas vitales en las que se nos propongan varias vías a seguir: qué voy a ser, cómo y junto a quienes, en qué lugar desarrollaré mejor mis capacidades, para quien o quienes emplearé mi vida, con qué equipaje me pondré en camino… Se trata de orientar esencialmente nuestra existencia, sabiendo o sospechando qué circunstancias vamos a encontrarnos en el tiempo y ejerciendo, o tratando de hacerlo lo mejor posible, desde el principio de sujetos agentes, no pacientes.
Jesús se lo planteó esto muchas veces y este texto evangélico lo presenta como anticipo y paradigma (ejemplo) de todas las tentaciones que experimentó a lo largo de su vida. Lo tenía muy claro y así nos lo ha dejado dicho.
Los cristianos debemos saber que no todo vale. Que sólo con Dios en nuestro centro vital acertaremos. Que en lo momentos transcendentales que nos lleguen: enfermedad, trabajo, familia, sociedad, muerte, nos llegarán las tentaciones de hacerlo trapaceramente, o esperando un milagro, o comprando/vendiendo voluntades, o adorando/sometiéndonos al dinero, o humillando/esclavizando a las personas…
Sólo Dios basta quiere decir: sólo Dios, sólo el Dios que tiene rostro humano, sólo el ser humano en quien Dios quiere ser reconocido.
Ni pan a cualquier precio, ni mi yo por encima o por delante de nadie, ni juego sucio o atajos para conseguir los objetivos.
Los cristianos, en este llano de la vida, hemos de vivir soportando y venciendo tentaciones, como lo hizo Jesús, como se comprometió a hacerlo el pueblo de Israel, teniendo a Dios bien cerca, si es posible en el mismo centro. Su palabra es firme, «la tenemos en los labios y en el corazón», dice San Pablo; que termina con estas palabras: «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará». Que así sea.

Miércoles de Ceniza


Durante el tiempo cuaresmal vamos a ser estudiantes que acompañan a Jesús para aprender de él. Volvemos al colegio y él será nuestro maestro. Pongamos en Jesús nuestra mirada, volvamos nuestros ojos hacia él; no sacaremos ningún título académico, pero a buen seguro que al final dentro de nosotros algo habrá cambiado. No se trata de saber más, sino de conocer mejor; no va a hacer falta poner los codos sobre la mesa, sino de abrirnos a su Palabra y a su Espíritu; no tendremos que hacer horas extra dentro de nuestro apretado ritmo de vida y trabajo, sino de estar disponibles desde el corazón allá donde estemos haciendo lo que sea.
Vamos a entrar en la cuaresma sin cambiar nada aparente; sólo nuestra disposición, nuestra actitud.
El mismo Jesús no ofrece los medios: oración, ayuno y limosna.
Oración, sentirnos en la presencia de Dios. Estar conscientemente en su presencia.
Ayuno, libres de tantas cosas que nos pesan y dificultan, lo más ligeros de equipaje que podamos, que no haya cosas baladíes que nos importunen y distraigan.
Limosna, en comunión solidaria con los hermanos y hermanas que pasan necesidad y les debemos atención.
Sería fenomenal y muy aprovechado este momento si al salir con la ceniza en nuestras frentes tuviéramos ya respondidas, o con el propósito firme de hacerlo, estas tres preguntas: ¿Cómo y cuándo haré un rato de oración en estos 40 días? ¿De qué cosas voy a prescindir en estos días, en este año? ¿Qué gesto de amor tendré con los más necesitados?

Domingo 5º del Tiempo Ordinario. Manos Unidas-Campaña contra el Hambre



Proyecto de Manos Unidas-Campaña contra el Hambre que esta parroquia asume con el resto del Arciprestazgo en el año 2013.
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Domingo 4º del Tiempo Ordinario

Llama la atención, tras la escucha del evangelio de hoy, ver cómo los paisanos de Jesús en Nazaret pasan de la admiración al desprecio, de la alegría a la furia y de la aclamación a la persecución. En muy poco espacio de tiempo Jesús se convierte en un estorbo, un objetivo a destruir, luego de ser tan esperado por sus signos y prodigios. Y el evangelista Lucas pone mucho detalle en manifestar que esto ocurrió justo desde el principio.
¿Cómo pudo ser esto, por qué sucedió?
Humanamente es comprensible. Social e institucionalmente era necesario. Jesús presenta ante su gente un Dios que pide una revolución; no sólo cultural, sobre todo religiosa y personal. Y eso nadie lo quería; ni los detentadores del poder, ni los acostumbrados a un orden que les parecía cómodo y eficaz.
Los profetas están bien de vez en cuando. Nos sacan de la rutina, son esas voces frescas que ponen la vida en movimiento, y por unos instantes señalan aquello que al final del todo ansiamos alcanzar o llegar a ser. Sin embargo, al poco molestan y queremos olvidarlos. Y si insisten, les ridiculizamos y les hacemos la guerra. Son los perros flauta, unos cantamañanas para nuestra vida acomodada.
Jesús habla en nombre de Dios, como profeta consagrado desde el seno materno. Y su mensaje no parece religioso, sino que lleva la simpleza de lo más humano: lo que hace sufrir a las personas, lo que es más injusto a los ojos del Dios que nos quiere a todos porque sí.
Aquel día Jesús no habló de cómo reforzar la religión, ni engrandecer el culto, ni hacer más eficaces las prácticas de piedad. Llamó a los seres humanos sufrientes los predilectos de su Padre. Sacó el Evangelio, la Buena Noticia, del corsé sagrado y lo puso en medio de la vida. Anunció a Dios entre los asuntos y negocios, ahí donde se trajinan nuestros esfuerzos de cada día.
El profeta es la persona que acerca a Dios a lo más nuestro. Que nos dice que Dios grita en todo grito humano. Que nos muestra que a Dios nada le es indiferente. Y que lo que hagamos contra quien sea, contra Dios lo hacemos. Profeta es quien muestra en lo humano el amor sin cortapisas, condiciones ni tergiversaciones.
Los cristianos debemos recuperar nuestra condición profética. La Iglesia entera ha de volver sobre el evangelio para revestirse de la novedad y frescura de Jesús. Todos, al recordar nuestro bautismo, necesitamos caer en la cuenta de aquellas palabras solemnes: «Seréis bautizados con Espíritu y fuego» para «anunciar el Evangelio a los pobres», la libertad a los esclavizados.

AVISO: En solidaridad con toda la gente que sufre el hambre en el mundo, Manos Unidas nos propone, el viernes día 8, como día del ayuno voluntario. La colecta para la campaña contra el hambre, se hará en las misas del sábado 9 y el domingo 10.  A ver si somos capaces de privarnos de comer o de comprar alguna cosa de la que podemos prescindir para aumentar esta colecta.

Música Sí/No