Domingo 2º de Adviento


Escuchar es la palabra que hoy nos marca nuestro Adviento. ¿A quién? A Juan Bautista. ¿Qué tenemos que escucharle? «Convertíos porque está cerca el reino de los cielos». Y, ojalá le escuchemos, no sólo porque su mensaje coincide con el que Jesús inició su misión; sino sobre todo porque Juan y Jesús son inseparables; y a Jesús no le entenderemos si no atendemos al Bautista. Juan acerca a Jesús, tanto, que será él quien lo señale con el dedo e invite a seguirle.

Ocurre, sin embargo, que nosotros ya gustamos de la presencia del Reino de Dios; no estamos como Juan Bautista esperando al Mesías, sino que hemos sido bautizados y confirmados con la fuerza del Espíritu Santo, por tanto no podemos situaros en un paso atrás, sino intentar por todos los medios dar un paso adelante. No estamos pues, propiamente a la espera, sino que se espera de nosotros que demos testimonio y hagamos visible cuanto creemos.

¿Quién, sino nosotros, para decir hoy al mundo que está aquí el Reino de Dios?

Y ¿cómo lo diremos, para que el mundo se lo crea?

Ahí es donde la figura de Juan vuelve a estar de actualidad. Porque él venía del desierto, y hablaba en el desierto. A nosotros que apenas nos manifestamos a partir del templo, nos viene muy bien contemplarle y desde él repensar nuestra vida de creyentes. Así, bajando a los detalles, como él mismo hacía, revisemos algunos puntos flojos de nuestra vida que niegan, o siquiera ocultan, la presencia del Reino entre nosotros. Hoy, más que nunca debemos volver a:

- Sobriedad en el comer y en el vestir: comer y vestir son necesidades que hemos convertido en exceso enfermizo…

- Sencillez en la vivienda y en los hábitos: nuestras casas “se pasan” de grandes, supercalentadas y repletas de cosas tal vez no muy necesarias…

- Verdad en las palabras y en los pensamientos: al pan pan y al vino vino, fidelidad a la palabra dada, honradez y profesionalidad, son frases que urge volverlas a poner en uso…

- Coherencia entre la fe y las obras: creer en el Dios de Jesús no es para sabios y entendidos, sino para quien acomoda su corazón al Evangelio y sus obras reflejan la voluntad del Padre…

- Confianza total y absoluta en Dios, porque sólo Dios basta: si nuestra vida está llena de cosas que no salvan, ¿dónde dejamos que actúe el Espíritu de Jesús…?

El Dios al que esperamos es también el Dios a quien mostramos. Navidad no es una fecha venidera, sino nuestra propia vida transparente del Dios con nosotros.

Parafraseando a la carta de Santiago: mostremos a Dios en quien creemos con nuestras obras de creyentes en Jesús. Así debe ser nuestra fe. Así estaremos contruyendo Reino de Dios.

Música Sí/No