Domingo 27º del Tiempo Ordinario


Vivid acompañados, dice Yavé

Una persona muy enamorada escribía así tras una despedida: “Se me ha ido la mitad de mi ser”. Le contestaba su pareja diciendo: Es a mí a quien le han arrancado su mitad. Cuando esta pareja amiga me mostró ilusionada sus correos para espabilar mi ignorancia célibe, redescubrí la metáfora del Génesis. Lo de la “otra mitad” y “una sola carne” son expresiones que no deberían leerse con óptica machista, a pesar de las malas interpretaciones sobre la costillita. Valen para ser pronunciadas por la mujer o por el varón o por cualquiera de las partes de cualquier pareja, sea cual sea el signo de su sexualidad.

En el Génesis (2,18-24) hay un juego de palabras intraducible entre hembra y varón, en boca de un Adán embelesado ante la entrada en escena de Eva. En japonés, ningen significa perteneciente a la especie humana, tanto hombre como mujer (nin: humano; gen: entre). Al pie de la letra: ser humano entre humanos, con acento en la “inter-humanidad”.

En castellano, hombre puede significar varón o ser humano en general. Para evitar discriminaciones de género, hoy evitamos el segundo uso y explicitamos que se trata de “hombres y mujeres”, “ellas y ellos”.

Lo mejor de la imagen bíblica citada (lamentablemente desprestigiada por el abuso patriarcal de la imagen de la costilla) es que ni el varón ni la mujer son plenamente humanos antes de constituirse la pareja prototípica.

Otra frase mal interpretada de la narración del jardín del Edén es la que se refiere a Eva como “ayuda apropiada”. Después de poner nombre a los animales, uno por uno, dice el Génesis que Adán no halló ninguna especie adecuada para formar pareja. En cambio, ante la aparición de Eva, descubre Adán el regalo de la “compañía conveniente”. Siglos de lectura patriarcal y machista han reducido el papel de la mujer al de “ayuda esclavizada” o “pet de compañía” para alivio del varón. Pero la tarea de convertirse en “compañía auténticamente digna” (ezer kenegudó, en hebreo) es una misión encomendada a ambas partes de la pareja. A la luz de esta exégesis se repiensa hoy día el sentido de lo que significa partnership.

El marido japonés se refiere a su mujer llamándola su kanai : la que está allá dentro.. Cuando le preguntamos, en lenguaje más elegante, cómo está su esposa, la llamamos su okusan, es decir, la que está en el interior. Así que, tanto para hablar de la propia mujer como de la esposa del interlocutor, se define a la mujer como “la que está en la cocina”. Pero mis buenos amigos, el matrimonio Yamauchi, más modernizados, no usan esos términos.´Entre sí se llaman con nombre propio y se refieren mutuamente a su pareja llamándola “mi tsure”, que significa “mi compañía”.

Al leer la cita bíblica aludida por Marcos sobre el origen de la pareja humana (10, 2-16) y comentarla con el otro texto del Génesis (2, 18-24): “No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle el auxiliar que le corresponde”, la deberíamos reinterpretar parafraseando así: “No es bueno que la persona viva sin compañía. Vivid acompañándoos y sed compañía digna mutuamente”. Lo dije así en una homilía (2 de junio del 2005) en la Universidad Comillas y se activaron las luces rojas de la hipervigilancia inquisidora. Comenté aquel día este mismo texto del Génesis diciendo así: “Es machista la frase del viejo ritual que recalca: Se te da por mujer según la Ley. Hoy la teología prefiere hablar de mutua entrega (Vaticano II, Gaudium et spes, n. 48) y comunidad de vida y amor (Nuevo Derecho Canónico, c. 1604) para definir el matrimonio. El exegeta español Alonso Schôkel explicaba el concepto de ayuda adecuada diciendo que no se trate a la mujer como animal de carga. El exegeta francés Leon Dufour entiende la ayuda adecuada como relación cara a cara de reconocerse mutuamente al desnudo. Por eso es posible usar este texto como criterio para una ética de las relaciones de pareja. Vale para el varón y la mujer, y para otras relaciones, de pareja o amistad, sea cual sea su orientación sexual. Se puede aplicar también a las relaciones de ayuda al crecimiento mutuo en comunidades que viven con sentido una opción de celibato. En toda clase de relaciones el respeto debe evitar cualquier situación de acoso o maltrato y ayudar positivamente al crecimiento. El criterio sobre la ética de las relaciones es el reconocimiento mutuo. Ya sean relaciones de pareja, de amistad o de vida en comunidades, el criterio es ser compañía digna mutuamente, ayudarse mutuamente a crecer en el seno de una convivencia que integre amistad tierna y respeto justo. Así dice la voz creadora: Vivid acompañándoos”.

Música Sí/No