Domingo 28º del Tiempo Ordinario


Un hombre angustiado busca solución para el problema crucial de toda su vida: superar la muerte. Y como reconoce en Jesús un ser superior le pregunta cómo hacerlo.

En este asunto, los judíos tienen a Dios mismo como maestro: la vida eterna se consigue no siendo personalmente injusto. Por eso mismo Jesús le cita los mandamientos que se refieren al comportamiento ético con el prójimo. Parece ser que aquel joven no retiene injustamente la riqueza.

Y entonces Jesús, con cariño, le invita a entrar a formar parte del grupo de los discípulos. Por ello le propone acoger el reinado de Dios como un chiquillo, abandonando la riqueza para hacerse último y servidor de todos.

Sin embargo, aunque personalmente no es injusto, sin embargo este hombre está implicado, por su riqueza, en la injusticia de la sociedad. Para construir el reino de Dios, la sociedad nueva, no basta ser justo personalmente, hay que eliminar la base de la injusticia, la desigualdad y la dependencia creadas por la acumulación de riqueza.

Dando a los pobres sus bienes, sin esperanza de recuperarlo, renunciando así a la seguridad del capital obtendría el cuidado amoroso de Dios.

La tristeza del joven y el desconcierto de los discípulos nos dan a entender que todos ellos siguen pensando que en el Reino de Dios los bienes personales siguen siendo necesarios para la propia subsistencia.

Jesús trata de decirnos, igual que a ellos, que en el nuevo mundo del reino de Dios no habrá miseria, sino afecto y abundancia para todos, pero sin desigualdad ni dependencias; sufrirán, sí la hostilidad de la sociedad, pero heredarán la vida definitiva.

No hay, pues, dos niveles diferentes de cristianismo; ni clase de tropa ni estado mayor; sino un solo pueblo, el de Dios, llamado a ser solidario, y donde prime ser, no el tener, y donde confiar en Dios sea toda la seguridad necesaria.

Tampoco está en juego una especie de lotería, acertar o no acertar: aquí no hay que renunciar a nada, sino elegir lo que a uno más le conviene.

Pensemos que tal de cerca estamos de la propuesta que Jesús nos hace esta mañana de domingo.

Música Sí/No