Domingo 29º del Tiempo Ordinario


El domingo 29º del tiempo ordinario, o sea hoy, caigan chuzos o luzca el sol, la Iglesia celebra el día del domund, que es como decir que hoy recordamos a los misioneros y misioneras católicos repartidos por el ancho mundo para anunciar el evangelio a los no cristianos y si es posible, bautizarlos. Así se lleva a cabo el encargo recibido del mismo Jesús, cuando como resucitado les habló a sus discípulos de lo que debían hacer en adelante.

Desde entonces hasta ahora ha sido ingente el esfuerzo que ha hecho todo el conjunto de la cristiandad por anunciar a Jesucristo y al Reino de Dios, extendiéndose la Iglesia por todo el orbe. Así cumple su vocación de catolicidad, de universalidad.

No podemos hacer un resumen de lo realizado por la Iglesia y sus misioneros a lo largo de estos veinte siglos, pero podréis fácilmente comprender que ha habido de todo, cosas estupendas y cosas horribles, bueno y malo, y muchas mediocres.

Ni se pueden olvidar, ni debemos renegar de lo que se ha hecho mal. Incluso en contra del evangelio que hoy hemos escuchado. Porque si Jesús nos envía como servidores, los cristianos en muchísimas ocasiones y lugares hemos ido como apoderadores, usurpando culturas y territorios, destruyendo cuanto estaba allí y no servía para los intereses interesados, e imponiendo lo que se llevaba, lengua, cultura, industria, economía y religión.

Son otros tiempos. El concilio Vaticano II nos puso las pilas y nos ayudó a comprender que la humanidad toda es obra de Dios, y que allá donde vayamos hay signos de su presencia y semillas del evangelio.

Hoy los misioneros y misioneras están allá donde hacen falta que estén sirviendo y ayudando a las gentes, no donde interese a la metrópoli colonizadora.

Hoy los voluntarios y voluntarias de innumerables ongs desinteresadas colaboran en la sanidad, la cultura, el desarrollo, la industria y el comercio, dialogando con las religiones nativas, si es posible, o sin enfrentarse a ellas, cuando el diálogo se hace difícil.

Hoy misioneros y misioneras lo somos todos los que hemos recibido el bautismo, porque hemos llegado al descubrimiento de que cualquier lugar de este mundo es tierra de misión, donde anunciar el evangelio no a golpe de crucifijo sino con el talante de quien convencido de su fe vive comprometido en todos los órdenes de la vida.

Hoy es, pues, un día más en que nos reconocemos discípulos de Jesús y miembros de la Iglesia, no para ocupar puestos importantes, sino para servir con alegría a hacer un mundo mejor, no importa si el de al lado cree como nosotros, porque le reconocemos igualmente como hijo de Dios, con la dignidad y la libertad para que lo haga según sus propias convicciones.

Música Sí/No