Miércoles de Ceniza


Con esta celebración la Iglesia nos invita a entrar en la Cuaresma. Dicho familiarmente, y usando una palabra que conocemos también muy bien, a entrar en “cuarentena”. Unos días de prueba, de vigilancia y observación, de reflexión y de prevención.
Para ello nos propone tres instrumentos que recibe del mismo Señor Jesús: oración, ayuno y limosna.
-La oración, que no es rezar más, sino profundizar en la relación de amistad, personal y gratuita, con un Dios que es Padre.
-La limosna, que no es dar más dinero, sino reconocer con amor al hermano, por sí mismo, sobre todo al necesitado en quien Cristo se hace presente, y ayudarle en su situación concreta, de manera suficiente sin humillarle.
-El ayuno, que no es comer menos, sino hacer la voluntad del Padre y construir su Reino, en sobriedad con uno mismo y en solidaridad con los demás.
Comunitariamente en nuestra Parroquia vamos a cuidar de los tres, pero insistiremos con más detenimiento en el ayuno, que podríamos expresar así:
La situación actual de nuestra sociedad, convulsionada por una grave crisis, pone en evidencia que el modelo económico sobre el que se sustenta adolece de graves defectos, cuyas consecuencias alcanzan a casi todos, pero que se ceban con escandalosa crueldad sobre los más pobres de los países menos desarrollados.
Tal vez en el origen esté el desmesurado afán de consumir del ciudadano de estos tiempos, para cuya satisfacción se ha de producir no importa cómo, ni dónde, ni a qué coste humano y ecológico.
Si ayunar durante estos días tiene algún sentido religioso, también lo puede tener si estamos sobrealimentados y con problema de obesidad.
En ambos casos también se puede introducir una reflexión sobre nuestros hábitos de consumo y sobre la base humana, social, económica y política que hace posible y sufre nuestros excesos. Se podría decir que las cosas, todo absolutamente, tiene un precio. Si yo no lo pago, alguien lo está haciendo por mí.
Sería bueno que apeláramos a la justicia e iniciáramos esta reflexión.

Música Sí/No