Domingo 3º de Adviento. Fiesta Patronal


En la tradición y en la historia de nuestra patrona, la Virgen de Guadalupe, hay unas circunstancias y unas personas que bien pueden ayudarnos a vivir nuestra realidad parroquial.
No os podéis hacer idea de la cantidad de literatura, documentos, libros, opiniones, comentarios, afirmaciones y negaciones que hay en la historia de lo que algunos llaman el “hecho guadalupano”.
A nosotros nos basta sólo unos pocos: un pueblo conquistador, muchos pueblos conquistados, un obispo en su diócesis, un cristiano –Juan Diego- y María, la Madre de Jesús.
Y como hilo conductor el plan de Dios, el Abba de Jesús, que mira con amor de padre y madre, de entrañas entrañables, que nosotros decimos que elige, cuando en realidad todos nosotros somos para él hijos e hijas queridos, lo más preciado que tiene, el desvelo por el que un Dios se desvela.
Paso de contaros historias, que dejo para otra oportunidad, para hablaros de un momento en la historia humana de redención y humanización.
Una conquista es un apoderamiento, usurpación, ultraje, violación, humillación por ensoberbecimiento. Una conquista y colonización se hace desde la presunción y la conciencia de poseer toda la verdad. Pero también con la pretensión de enriquecerse empobreciendo no importa a quien. Y, por supuesto, de ganar poder agrandando las fronteras hasta que todo sea uno bajo el propio dominio.
Guadalupe nos habla de encuentro entre diferentes y desconocidos, de enriquecimiento recíproco, de humanización, de abajamiento de los de arriba y enaltecimiento de los de abajo. La nación española se amalgamó con los pueblos mexicanos, dando lugar al actual Méjico, rico y variado en razas, idiomas, culturas. La fe cristiana se introdujo en la fe de los nativos, sin romperlos ni negarlos, y los entroncó en la mayor expresión de corriente vida de salvación.
Por supuesto que esto no se hizo en un momento. Ni siquiera estaba en la mente de aquellos primeros. ¿Lo tendrán hoy presente los que viven el momento actual? Pero a buen seguro que llegará a ser, porque la Virgen de Guadalupe es hoy día Madre de todos en aquella bendita tierra.
Nuestra Parroquia también es de hace tiempo. Nació desde lo pequeño, desde lo que no contaba, desde bien poquitos. Ahora vamos creciendo, empezamos a contar y por supuesto ya somos más.
Si, como en Méjico, María está y acompaña, nuestra parroquia tiene que llegar a ser también un lugar común para quienes nos sentimos diferentes pero llamados a ser uno, con una misma fe, una misma esperanza y en un mismo amor.
Hoy estamos de fiesta no sólo por ser nuestra Patrona, la Virgen de Guadalupe, sino también porque hemos escuchado palabras cargadas de esperanza que nos hablan de nuestra liberación; y es Dios Abba el que nos las dice. Son las palabras que oyó María, cuando en su humildad se vio agraciada por quien es todo gracia. Son las palabras que expresan la única Palabra de Dios, la Palabra eterna encarnada en Jesús, nacido de mujer, a quien Juan anuncia como Señor. Son palabras que en expresión de Pablo, nos aseguran que somos y seremos consagrados en el bien y en la fidelidad de quien es todo Bien y Fiel.
Y además nos quiere como no somos capaces de imaginar.

Música Sí/No