Domingo 24º del Tiempo Ordinario


¡Qué pronto y qué bien respondió Pedro a la pregunta que Jesús hizo a los suyos! La suya fue una respuesta de catecismo, de las que de pequeños nos daban derecho a diploma en religión o a los vales en la catequesis dominical: -«Tú eres el Mesías».

Lo que está por ver es si Jesús buscaba esa respuesta y si estaba preguntando lo que Pedro le entendió.

A la vista de la explicación que luego les hizo aparte, parece que no. Porque Jesús empezó a hablar de incomprensión, persecución, incluso condena y muerte. Y de que quien quisiera ganarse la vida la perdería, pero quien diera su vida en pérdida, ése la ganaría. Y terminó diciendo que quienes le siguieran deberían cargar con la cruz y negarse a sí mismos.

Claro, todo eso Pedro no podía entenderlo porque aún Jesús estaba bien vivo, y no había llegado ni su muerte ni su resurrección.

Sí lo entendió después, cuando todo aquello sucedió. Y lo entendió tan bien como Santiago, a quien volvemos a escuchar de nuevo hoy: ¿qué fe es ésa que no tiene obras?; ¿es suficiente saberse el credo para ser cristiano?

Y Pedro comprendió mucho tiempo después lo que Jesús le preguntaba aquel día. Y que la pregunta que en realidad les estaba haciendo era ésta: ¿Estáis dispuestos a seguirme hasta el final?

A todos nosotros también nos ha llegado esa pregunta. Pero tenemos más información que Pedro; ahora sabemos mucho más que él entonces. Y sabemos que Jesús fue el ser humano que vivió para Dios y para los demás, que se negó a sí mismo y dio la vida por todos. Que cumpliendo la voluntad de quien era todo para él, Abba Dios, nos salva y nos libera.

Seguir a Jesús significa cargar con la propia cruz y dejar de pensar en uno mismo para buscar siempre el bien de los demás. Esas son las obras de la fe: no muchas palabras sino mucha acción al servicio de los hermanos y hermanas, creando fraternidad, reconciliando, curando, acercando a los que están excluidos de la mesa común del Reino. Eso es lo que Dios quiere y eso es lo que nos salva. En el camino encontraremos dificultades pero contamos con la gracia de Dios, con su ayuda, con su presencia, como nos recuerda el profeta Isaías en la primera lectura: «El Señor me ayuda, ¿quién me condenará?»

Música Sí/No