Domingo 5º de Pascua


     Aprendemos desde pequeños que “la señal del cristiano es la santa cruz”. Y enseñamos a niños y niñas a signarse y persignarse “en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, haciendo una cruz grande sobre nuestro cuerpo o tres pequeñas sobre frente, boca y pecho. Bien está el signo del crucificado como expresión del amor que se entrega ¡a muerte!

     Sin embargo, ni siempre ha sido así, ni tiene porqué ser así. De hecho los primeros cristianos se reconocían entre sí dibujando un pez, además de el pan y el vino. Y según el evangelio, como acabamos de escuchar, la señal por la que conocerán a los cristianos es que nos amamos unos a otros. “Mirad cómo se aman”, parece ser motivo de admiración de quienes convivían con aquellos primeros seguidores del crucificado.

     La institucionalización de cualquier realidad humana tiene este inconveniente: que termina por ser más importante lo externo y accidental. ¡Que se vea bien la cruz; ponla más alta, que destaque!

     Lo mismo pasa con otro asunto.

     En estos domingos de mayo las iglesias se llenan de primeras comuniones. Con este sacramento los niños se incorporan más plenamente a la comunidad cristiana. ¡Comunidad! Una palabra que deberíamos utilizar con temblor. Comunidad de vecinos, comunidad educativa, comunidad autonómica, comunidad económica…

     Bautizos, comuniones, bodas, que tanto se prodigan en estos meses del buen tiempo y que deberían hacer visible la comunidad de fe y amor dentro de la cual se realizan, sin embargo ¡tantas veces la ocultan e incluso ponen en duda su existencia!

     Hechos de los Apóstoles, la 1ª lectura de hoy, hablan de una comunidad viva, participativa, acogedora, en definitiva de un espacio humano donde compartir, celebrar y alimentar la fe. Es posible que al escribirlo, el redactor haya idealizado en ocasiones la realidad al servicio de la evangelización y catequesis, pero los hechos están ahí: la expansión de aquella primera comunidad cristiana fue espectacular y su expresión de fe auténtica.

     Hoy es un reto para nosotros: ni la iglesia es una estación de servicios religiosos; ni los catequistas, sacerdotes y demás colaboradores son funcionarios de una multinacional; ni se puede vivir la fe en Jesús sin adscripción en concreto a la gente y a la comunidad que tenemos alrededor.
Tenemos esta asignatura pendiente: desarrollar entre nosotros la Iglesia comunión, que nos permitirá ser y sentirnos miembros activos de la Iglesia de Jesús.

Música Sí/No