Domingo 16º del Tiempo Ordinario


En el Evangelio Jesús dice: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».
Y esta sola frase nos da pie para dar tres ideas que ayuden a nuestra reflexión:
- Necesitamos días de fiesta y de descanso. No están los tiempos para jugar con el trabajo, que escasea y además pende de un hilo el tenerlo asegurado. Pero el tiempo para descansar, para desconectar, para relacionarnos sin horarios ni agobios, para disfrutar de lo que el resto del tiempo no podemos, no sólo es necesario, es incluso obligado buscarlo y protegerlo. No por mucho madrugar amanece más temprano; es decir, parafraseando ese refrán: no por hacer muchas cosas, incluso las no obligadas, vamos a ser más o a vivir más larga vida.
- Necesitamos tiempo para nosotros mismos y Dios. Para orar, para revisar lo que somos y hacemos. Para alabar a Dios y para, ante Él, saber quiénes somos y reconocernos en su presencia. Que no hacerlo así, pensar que con recordar su presencia en ratos entre una cosa y otra, o recitar alguna plegaria en determinados momentos, es, además de tacañería, no dejarle ocupar el lugar ni el espacio que Él ansía llenar de amor. Igual que los enamorados requieren sus momentos, Dios también los quiere y nosotros los necesitamos.
- Jesús nos requiere, nos llama a solas; algo tendrá que decirnos. A nosotros, como a los discípulos de Jesús nos puede ocurrir que queramos que las cosas sean según nuestro criterio. Y tendremos que escucharle, dejar que él nos enseñe, nos muestre cómo es el sueño que le embarga toda la vida sobre el Reino de Dios. No vino para hacer su voluntad, sino la voluntad del que lo envió.
Con él y junto a él iremos haciéndonos cristianos. El nos pastorea, dejemos que nos lleve a los pastos que nos son tan necesarios.

Música Sí/No