Domingo 24º del Tiempo Ordinario


Setenta veces siete no significa 490 en palabras de Jesús. Sino siempre. Por tanto a la hora de conceder nuestro perdón no vayamos tomando nota, a la espera de colmar el vaso de nuestra paciencia y de nuestra compasión.

Todos estamos un poco tocados después de lo de las torres gemelas de Nueva York, de lo de Madrid, de lo de Londres, y de lo de Afganistán e Irak. Este verano hemos recordado un año más lo de Irosima y Nagasaki. Y la lista se hace interminable si añadimos sucesos semejantes a nivel nacional y local.

Algunos más exaltados rápidamente gritan venganza y justicia. Y ciertamente entre ésos hay seguidores de Jesús.

Sabemos la de veces que Jesús dice en el evangelio que el perdón y la misericordia es distintivo del Reino de Dios. Él habla muchas veces de perdonar y devolver bien por mal. Una de sus últimas palabras son de perdón para quienes le están matando. Desde pequeños en catequesis familiar y parroquial se nos ha invitado a perdonar. Y San Pablo en una de sus cartas dice: «Dios por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el servicio de reconciliar.»

¿Cómo se traduce eso a nuestra vida concreta, la de cada día, en la que se dan roces y pequeñas y grandes traiciones? ¡Eso es imposible, no somos ángeles…!

Quiero leeros unas frases que alguien dejó escritas en un trozo de papel en uno de los innumerables campos de concentración donde se perpetró el mayor crimen contra la humanidad en el siglo XX: "Acuérdate, Señor, no sólo de los hombres y mujeres de buena voluntad, sino también de los de mala voluntad. No recuerdes tan sólo todo el sufrimiento que nos han causado; recuerda también los frutos que hemos dado gracias a ese sufrimiento: la camaradería, la lealtad, la humildad, el valor, la generosidad y la grandeza de ánimo que todo ello ha conseguido inspirar. Y cuando los llames a ellos a juicio, haz que todos esos frutos que hemos dado sirvan para su redención y perdón".

Conceder el perdón es una gracia que debemos pedir a Dios con insistencia, porque desde nuestra pequeñez no parece fácil ni posible.

Música Sí/No