«No podéis servir a Dios y al dinero». Si lo hubiera
dicho cualquier otra persona, no tendríamos que preocuparnos, porque se dicen
tantas cosas…
Lo dijo Jesús. Y sabemos que Jesús no
tenía «ni donde reclinar la cabeza». O sea, que predicaba con el ejemplo. Decía
lo que él vivía. Sólo por eso lo deberíamos tener en cuenta.
Pero es que además Dios nos quiere, y
nos quiere a todos. Y nos quiere unidos y hermanos, porque somos sus hijos. Y
el dinero, que sirve para casi todo, también sirve para dividir y enfrentar a
las personas, para hacernos daño y para explotarnos, para favorecer la injusticia
y hacer imposible la verdadera paz.
Los cristianos hemos debatido a lo
largo de la historia hasta la saciedad sobre la pobreza, pero como dijo Jesús, «a
los pobres les tendréis siempre con vosotros». Es decir, siempre vamos a tener
una asignatura pendiente que no sabremos cómo aprobar porque no estamos
decididos a poner remedio.
Quien ama el dinero, no ama a Dios,
porque sólo se ama a sí mismo. Por eso los ricos no entran en el reino de los
cielos. Y también son palabras de Jesús.