Domingo 3º del Tiempo Ordinario


¿Vale la pena anunciar el fin del mundo si después Dios no mantiene su promesa, no lleva adelante sus amenazas, y expone a su profeta Jonás a hacer el ridículo frente a unos desvergonzados?

¿Va a resultar que Dios es un tramposo, y que lo que importa al fin y a la postre es vivir como si no viviéramos, que dice San Pablo?

¿De qué va Dios, de bromas o de veras? ¿Nos toma el pelo Él, o sus predicadores? ¿No resultará al final que tanto decir cuidado con el lobo, venga por fin el lobo y sean ellos su presa?

Tengo que deciros que yo no sé a ciencia cierta si Dios va en serio o se pasa de bromista. Tampoco tengo claro si los predicadores que avisan tanto con el miedo saben bien lo que dicen. Empiezo a tener serias dudas cuando oigo en la Iglesia hablar como si el resto estuviera en el error.

Y lo mismo me pasa con lo de la semana de oración por la unidad de los cristianos, que concluye el próximo día 25. ¿Queremos o no queremos la unidad de las Iglesias? Llevamos pretendiéndola ya no sé cuántos años, y no parece que demos pasos en serio hacia ella.

Si me veis nadando en un mar lleno de dudas, rezad por mí, para que no me pierda. Pero atended a esto que digo y con lo que termino:

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a predicar el Evangelio de Dios. Y cuando Jesús vio cerca su final, dejó el encargo a sus amigos. O sea, que esto no tiene arreglo, y tras uno viene otro.

Cierran brutalmente la boca a este, y he ahí que aquel, inmediatamente, se pone a hablar todavía más fuerte. Neutralizado un individuo incómodo, insoportable, aparece un personaje todavía más peligroso. Sepultan a Juan en la oscuridad de una prisión, y Jesús comienza a patear los caminos, a la luz del sol, y a reclutar adeptos. Cuando todo parece volver a la tranquilidad, he ahí que se presenta uno que comienza de nuevo a quitar la paz. Se cierra el cerco, pero hay siempre algún clandestino, algún irregular, que sale fuera y pone todo en discusión. Como diciendo: la Palabra es incontenible, incontrolable, inasible.

Algo debe tener ese Dios del que no sé en qué plan va, y de quien muy poquita cosa puedo decir, porque no encuentro la manera de agarrarlo. Pero sí sé de Jesús y de otros muchos que por ese Dios iniciaron un camino extraño hacia un reino más extraño aún, que no parece que tengamos que buscarlo en el país de nunca jamás, sino aquí, en este mundo, entre nosotros, dentro de nosotros.

Termino:

«Me han hablado de un reino extraño
y del camino.
Extraño quiere decir feliz,
y camino no significa descanso.

¡Bienaventurados los que quieran caminos!
Que el sol del mediodía,
abrasando su piel,
no los haga detenerse.

Que no se espanten
del hambre y de la sed
cuando la ruta esté lejos
de las fuentes y los campos.

Felices los que no se detengan
en el hogar tranquilo
por causa de marchar
sin bolsa ni calzado.

Felices los que no temen
el polvo ni el barro,
y soportan las espinas
y piedras al pasar.

Felices los que sepan dar la mano
y el vestido y la comida,
y lo que sea necesario,
para que nadie quede solo.

Y no hay que hacerse ilusiones
de no cansarse,
porque nadie ha dicho nunca
que el camino sea leve.

A nadie se le ha prometido
encontrar gusto en ser pobre
y padecer hambre,
ni en ser perseguido,
ni en llorar.

Me han hablado de un reino extraño
y del camino.
Extraño quiere decir feliz,
y camino no significa descanso». (Josep Urdeix i Dordal)

Música Sí/No