La fiesta de Jesucristo Rey del Universo ha dejado de
asustar a muchos, pero sigue todavía encandilando a quienes piensan que para
ser eficaces en este mundo hay que usar los instrumentos de este mundo. De ahí
que siga dándose eso de coger y usar el poder, la fuerza, las relaciones políticas,
la geoestrategia, las alianzas entre los imperios, dentro de la Iglesia de Jesús.
Y de esa manera la Iglesia se parece más a otro imperio de este mundo que al
Reino que Jesús anuncia, que vino a servir, no a mandar, y a dar la vida por
muchos, no a vivir a costa de ellos.
Que Jesucristo es rey lo dice él mismo
ante Pilato. Nunca lo reconoció ante la gente, ni siquiera consintió que le
aclamaran salvo al final, frente a las
murallas de Jerusalén.
Jesús es rey porque busca la Verdad.
La que Pilato no quiso atender, la que despreció porque no le servía para
dominar y avasallar.
Jesús es rey porque tiene a todo ser
humano en el corazón. Porque busca que Dios esté en todos de tal manera que
todos lo reconozcamos y nos alegremos.
Jesús es rey porque nada ni nadie
puede hacerle competencia. Sólo él satisface todas nuestras ansias. Sólo en él
podemos descansar confiadamente. Sólo Jesús es camino para llegar hasta Dios. Sólo
en Jesús Dios se ha mostrado de modo inefable y total.
Jesús es rey porque es el que Vive y
vivifica todo, y hacía él y en él confluirán todos los pueblos, todos los seres
humanos, todo lo creado.
Que Jesús es nuestro rey significa que
aceptamos sus bienaventuranzas y que nos hacemos pobres, limpios, compañeros de
tristeza y llanto, defensores de la justicia, constructores de la paz,
transformadores de este mundo, enemigos y combatientes de las fuerzas del mal
que nos asuelan, porque creemos que el Reino de Dios está ya en nosotros.
Que Jesús es nuestro rey nos lleva a
reconocer que esto aún requiere del esfuerzo y compromiso de todos, porque aún
está distante del sueño eterno de Dios sobre nuestro mundo, el que creó para
seguir sintiéndose satisfecho de su obra.
Cristo es rey porque es el testigo de
la Verdad; no de cualquier verdad, de pequeñas y grandes mentiras cuyo objeto
es defender los derechos adquiridos de los poderosos. Jesús es el profeta de la
verdad de Dios, verdad que nos es exigible a todos los humanos para no volver a
la barbarie, a la inhumanidad: su preferencia por los excluidos, por los
amordazados, hacia los arrojados a la desesperanza por ser débiles e indefensos.
Jesús es rey, y quienes le seguimos
hemos de escuchar su voz y salir instintivamente en su defensa y ayuda. Quien
es de la verdad escucha su voz.
El próximo domingo entramos en
adviento, pero hoy proclamamos que Cristo es Rey y Señor del universo, y hace
de nosotros, los bautizados en él, sacerdotes de su reino en el Espíritu Santo,
para gloria de Dios Padre.