Mejor que una reflexión posterior,
ofrezco un apunte que nos sitúe ante este evangelio que vamos a escuchar.
Evangelio, literalmente significa “buena
noticia”. En la liturgia Jesús es Evangelio que nos salva. Después asentiremos
a la Palabra del Señor respondiendo ¡Gloria a ti, Señor, Jesús! ¿Nos dejaremos
sorprender? ¿Aceptaremos el reto que nos plantee? ¿Escucharemos rutinariamente
el evangelio? ¿Alimentará y robustecerá nuestra fe? ¿La consideraremos una
simple palabra humana más, como tantas otras que escuchamos, que de sabida y
repetida no merece ser tenida en cuenta?
Los vecinos nazarenos de Jesús no le reciben:
ya le conocen, es uno más del pueblo…
Aún así, todos somos profetas de Dios.
No podemos desanimarnos ni seguir en la rutina… Que allá donde estemos, «sabrán
que hubo un profeta en medio de ellos».