Domingo 5º del Tiempo Ordinario


Al recién bautizado se le introduce en la boca un grano de sal y se le entrega el cirio encendido, porque a partir de ese momento ha de ser sal y luz.

Si estas metáforas ya no dicen todo lo que debieran, porque la sal ha sido sustituida por otros conservantes más completos, y para luz ya está la energía eléctrica, Jesús redondea sus palabras concluyendo «que los hombres vean vuestras obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo».

Entre nosotros no haría falta explicar qué es eso de «vuestras buenas obras». Por si acaso, Isaías ya nos lo aclara: Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo, y no te cierres a tu propia carne. Destierra de ti la opresión, y el gesto amenazador y la maledicencia.

A lo largo de cinco domingos, pasada la Navidad, la liturgia nos ha presentado a Jesús lleno del Espíritu, orientado hacia Dios y luz de todos los pueblos. También nosotros hemos recibido el Espíritu que nos llena de bienaventuranza y de luz.

De ahí surge la exigencia de vivir conforme al Espíritu recibido, de vivir en permanente conversión para comunicar a los demás la felicidad, y de esta forma ser luz en medio del mundo.

Como reflexiona San Pablo, esto tiene poco que ver con nuestra capacidad personal, puesto que no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo y éste crucificado. Los gestos ampulosos y las palabras eruditas sobran cuando se trata de vivir la propia fe en Jesús y el Reino y predicarla.

También Jesús aclara un poco los conceptos: la sal se ha de diluir en la comida, sin destacar, pero cambiando con su presencia el sabor de las cosas; la luz también se enciende para iluminar, no para convertirse en el centro de las miradas. Pero tanto la sal como la luz pueden inutilizarse y no cumplir su función. Sal insulsa y desabrida, luz ocultada o empobrecida, ni sala una, ni ilumina la otra.

Seremos luz y sal para nuestros hermanos si somos dóciles al Espíritu que nos habita y del que estamos investidos, y, convertidos desde el corazón, imitamos a Jesús, que pasó haciendo el bien.

Música Sí/No