La Epifanía del Señor


Sobre los reyes magos sólo sabemos lo que nos dice el evangelio de Mateo: ¿cuántos eran? ¿De dónde venían? Parece ser que eran hombres de ciencia, venían del Oriente, guiados misteriosamente por una estrella.
 
Fue el Papa San León el que habla de tres reyes magos, llamados Melchor, Gaspar y Baltasar, que ante el Niño encontrado ofrecieron incienso, oro y mirra. Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles. Se dice que el apóstol Tomás los encontró en Saba, después de la resurrección de Jesús, los bautizó y fueron martirizados en el año 70 después de Cristo.
 
En el siglo XII Federico Barbarroja trasladó los restos mortales de los tres personajes a la ciudad alemana de Colonia, a la que acudían muchos peregrinos, lo que dio ocasión la construcción de la famosa catedral, que hoy es uno de los monumentos góticos más importantes de Europa.
 
Hay una leyenda rusa, según la cual los reyes magos no eran tres sino cuatro. Tres eran ricos, tenían tesoros, camellos. El cuarto rey era muy pobre. Tenía un pollino y sólo disponía de un poco de vino y de una medida de aceite. Se puso en camino hacia Jerusalén, pero el cuarto rey iba muy despacio; se paraba con frecuencia, porque veía mucha miseria y mucho dolor por donde pasaba. Llegó tarde a Jerusalén. En la ciudad no había ni rastro de sus compañeros reyes, ni mucho menos de la estrella que les había servido de guía. El cuarto rey llegó, como pudo, a Belén, pero el Niño Jesús había huido a Egipto, acompañado por sus padres. Encontró la ciudad de Belén desolada. El rey Herodes el Grande había mandado matar a todos los niños menores de dos años. El cuarto rey mago se quedó en Belén, curando, socorriendo, consolando y, claro, llegó tarde a Egipto. Jesús había vuelto a Nazaret. Dice la leyenda que llegó al calvario, donde agonizaba Jesús en la cruz. Se puso de rodillas y le dijo a Jesús moribundo: “Señor, perdón por haber llegado tarde” y Jesús le respondió: “amigo, hoy estarás conmigo en el paraíso”.
 
Felices nosotros, si llegamos tarde y esa demora no es debida a nuestra comodidad o egoísmo, a nuestro entretenimiento por acaparar cosas por el camino, a nuestra desgana y superficialidad, sino porque nos hemos detenido para acompañar, servir, ayudar y socorrer a los demás.
 
La historia de los magos es la historia del camino que sigue el creyente que busca y encuentra a Jesús, ya que todos necesitamos una estrella, tenemos necesidad de algo que nos saque de la rutina, que nos proponga una meta, un ideal, un sueño. No llegaron a Belén los que durante siglos esperaban al Mesías sino unos forasteros. El reino de Dios está formado por personas que han decidido ponerse en camino.

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