Domingo 14º del Tiempo Ordinario


Esta es una de las oraciones más hermosas de Jesús en los evangelios. Tiene como contexto la incomprensión con que los dirigentes judíos y el pueblo en general está acogiendo el mensaje del Reino. Jesús va experimentando que los jefes del pueblo no admiten su oferta sobre todo porque tiene un componente universalista, además de percibir que, de algún modo, va contra sus intereses económicos.
Tampoco el pueblo queda entusiasmado por su propuesta de vida, porque ve que las cosas no se le van a dar sin esfuerzo, en un intento de ahorrarse toda responsabilidad.
Solamente “la gente sencilla”, los que buscan sobrevivir con dignidad y generar comunión de vida con los más débiles, solamente los preocupados por el bien de los otros son los que se acercan a Jesús.
A esos se les van revelando los secretos del Reino, y Jesús se alegra por esos pocos sencillos.
Nuestro mundo abunda en “cansados y agobiados”; multitudes excluidas del sistema, cuya existencia es irrelevante porque no aportan nada al bolsillo de los poderosos. A esos es a quienes tiene que llegar el mensaje, la buena nueva de nuestra fe.
Y si aún no ha llegado a ellos, es menester que nos preguntemos por qué.
Los maestros judíos de la Ley decían que “un hombre ignorante no podía ser piadoso”. Y Jesús, por el contrario, se rodeó de pobres, analfabetos y miserables, que escuchaban sus palabras como liberación no como carga, como gozo no como imposición.
No seamos nosotros de los que cansan y agobian, sino de los que aligeran y hacen llevadera la vida de los demás.

Música Sí/No