Tras estas lecturas de la
Sagrada Escritura, me parece interesante resaltar que el evangelista Mateo
pretende hacernos ver que Dios nunca ha estado lejos del ser humano. No sólo
nos relata la manera de comunicarse Dios con José, el esposo de María; también
nos aclara quién es Jesús, el hijo que este matrimonio va a tener.
Que
Dios hable con José a través de un sueño y por medio de un ángel es como decir
que Dios no está en otra parte ni necesita de medios raros para presentarse
ante nosotros. Basta que le dejemos habitar y expresarse en nuestro interior,
que estemos abiertos a su palabra, que tengamos con él y de él una experiencia
personal.
Que
Jesús, el niño que va a nacer, sea Emmanuel, es de decir, Dios-con-nosotros,
indica que, salvo que le echemos de este mundo y de nuestra vida, Dios es de
todos y para todos, sin exclusivismos ni diferencias. Es más, que precisamente
porque escoge lo pequeño, lo que no cuenta, lo más pobre, nadie puede sentirse
ajeno o impedido para acceder a Dios, para que Dios se acerque a nosotros.
Por
si lo hubiéramos perdido o estuviéramos en el trance de abandonarlo, sería
bueno que comprendiéramos que desde siempre, como seres humanos, tenemos
capacidad de experimentar a Dios como el misterio que reside en nuestro
interior. Misterio, digo, porque no sabremos nunca explicárlo ni describirlo,
aunque lo razonemos.
Los
católicos solemos buscar a Dios fuera, tal vez en algún lugar extraño del
universo, ciertamente en el sagrario, y en su palabra revelada en la Biblia.
Descubrirlo
como lo más íntimo de nuestro ser: escucharlo en nuestros propios pensamientos
y reflexiones; temerlo en nuestros miedos, vacilaciones y preocupaciónes; no
sentirlo cuando sufrimos y no sentimos impotentes; echarlo en falta en nuestra
mediocridad; negarlo con nuestro pecado; implorarlo en la angustia y necesidad.
Así
José entra en escena para, junto con María, avisarnos de que ese Dios que está
en mí, y también en ti y en todos, es Dios para todos. Aceptar, como José y María,
lo que Dios pide de nosotros, y poner como ellos nuestras personas a su total
disposición, es hacer Navidad.
Que el misterio de amor que hoy se nos anuncia,
mañana sea motivo de alegría y de paz para este mundo.