Domingo 26º del Tiempo Ordinario

 
Evangelio significa "buena noticia". Y buena noticia fue Jesús para aquellos hombres y mujeres del siglo primero que escucharon su voz, fueron curados de sus enfermedades, y se libraron de esclavitudes diversas.
El evangelista Marcos cuenta hoy cómo había otra gente que en nombre de Jesús, sin ser del grupo pero siguiendo su intención de amor desinteresado, también libraban del mal a otras personas.
Estos liberadores paralelos al Señor, fueron evangelio, buena noticia, para sus contemporáneos; no pertenecían al grupo oficial de sus seguidores, pero en el fondo estaban con él, a su favor, porque estaban a favor del ser humano.
Los discípulos mostraron sus reservas, pero Jesús les abrió el corazón para que comprendieran que quien ama de verdad a sus semejantes, está con él.
¡Cuántos cristianos anónimos hay por todas partes! Curan la soledad de los ancianos, rellenan un impreso a quien no ve o no sabe, amortiguan el sufrimiento con su saber estar, olvidan la ofensa y no buscan vengarse, luchan en asociaciones por mejorar la sociedad, en los colegios por una formación más armoniosa, en la calle gritando por tantos y tantas que no tienen voz o no se atreven…
Y podríamos dar nombres y apellidos de personas que "echan demonios en su nombre". Son personas “buena noticia”.
De este evangelio podemos participar todos. Especialmente nosotros, que nos hemos reunido aquí en el nombre del Señor Jesús, que oramos al Padre con su misma confianza, que le hemos escuchado, que hemos creído su buena noticia, que nos hemos alimentado con su misma vida.
Con toda humildad pidamos al Señor, que nos haga buena noticia, evangelio puro para nuestra familia, para nuestros vecinos, para nuestros amigos, para todas las personas que hoy, o mañana, o cualquier día, se encuentren con nosotros.
Y si somos buena noticia para otros, de ninguna manera seremos motivo de escándalo para nadie, y las palabras de Santiago no tendrán nada que recriminarnos.

Música Sí/No