Convocado por papa Francisco, hoy
comienza en Roma la XIV Asamblea General Ordinaria del sínodo de los obispos,
sobre el tema “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el
mundo contemporáneo”. El año pasado tuvo lugar una primera sesión en la III
Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos que versó sobre “Los
desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”. De modo
que las preguntas que se abordaron en 2014 y que durante casi un año han
servido de reflexión a todo el pueblo cristiano, tal vez encuentren respuesta
durante este mes. Ojala sea así.
Si es o no coincidencia, las lecturas
de la liturgia de hoy, domingo 27 del Tiempo Ordinario, recuerdan las bases bíblicas
sobre las que se asienta la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia,
que la Iglesia ha ido ajustando y completando con las aportaciones de la
tradición y el magisterio a lo largo de su historia. Fiel a sus raíces, sin
embargo tal vez sea momento de replantear algunas cosas en atención a las
necesidades y esperanzas de quienes vivimos en la época actual. Sacando del
evangelio de Jesús aspectos que aún estén ocultos o poco atendidos, se impone
mirar y actuar siempre, como dice Francisco el papa, con misericordia, sin
descuidar la verdad.
Debemos orar para que los padres
sinodales acierten en sus trabajos y los frutos del sínodo sean los más y
mejores posibles.
Atendiendo a las lecturas de hoy, la
primera nos hace caer en la cuenta de que seamos hombres y mujeres no se debe a
una casualidad biológica, sino a la expresa voluntad de Dios de que no estemos
solos y de que crezcamos en una rica pluralidad.
Porque, como expresa la segunda de la
carta de los Hebreos, todo lo que ha hecho Dios por nosotros tiene como meta
nuestra felicidad. El dolor y el sufrimiento, incluso del mismo Jesucristo, sólo
son un camino hacia la resurrección y la salvación plena.
El evangelio nos recuerda, con
palabras de Jesús, cual es el sueño de Dios sobre los seres humanos. Es un
mensaje salvador, porque es liberador. De modo que si entendemos que en ese
designio primigenio de Dios sobre nuestra naturaleza hay violencia y opresión
debiéramos preguntarnos cómo escuchamos su Palabra.
Es muy posible que quienes nos cuidan
desde su responsabilidad de pastores y quienes formamos el rebaño como simples
ovejas estemos aún distantes de alcanzar el punto, el lugar donde coinciden el
querer misericordioso de un Dios que es Padre y nuestra libertad y ansias de
plenitud.
Como decía al principio, oremos para
que este sínodo afirme nuestra fe cristiana y oriente a todos en el camino que
estamos recorriendo con la ayuda del Espíritu.