La Palabra de Dios no puede ser
escuchada sin tener los pies bien apoyados en la tierra. Y el evangelio de hoy,
muy bien acompañado por las otras dos lecturas, de ninguna manera nos consiente
levantar el vuelo y perdernos entre las nubes.
Jesús, decíamos el domingo pasado,
camina por las calles, se acerca a la gente, habla con ella, se preocupa por
sus asuntos y dolencias, entra en las casas y comparte lo que le ofrecen. Tras
de él la realidad ya no es la misma. El paso de Jesús la deja transformada.
En el pasaje evangélico de hoy, un
leproso, a quien nadie querría como vecino, desde lejos le pide ayuda; una sola
palabra habría bastado para que ocurriera el milagro. Pero Jesús no es un
milagrero, no es el típico taumaturgo que realiza gestos aparatosos para
maravillar a las masas.
Jesús se le acerca y le toca. Y se
produce el milagro de la projimidad y del acogimiento. A larga distancia se
provoca muerte, no salvación; el amor de Dios se manifiesta en Jesús que abraza
y redime.
No podemos escuchar el Evangelio de
Jesús sin tener “tocado el corazón” por la realidad que tan machaconamente nos
ofrece el amplio campo de los medios de comunicación y de los que tan fácilmente
salimos con el “mando a distancia” de nuestra superficialidad.
Si optamos por lo banal nos perdemos
lo esencial, y en lugar de pringarnos con lo realmente humano nos distraemos
con los chismes del momento. De esa manera toda nuestra fuerza y capacidad de
regenerar la vida se nos va en los fuegos de artificio de la distracción y el
entretenimiento. ¡Que lástima tirar lo que realmente importa por el agujero del
desagüe!
Hay muchos y muy buenos ejemplos de
personas, creyentes o no, que están dando el callo, ahí, tocando el sufrimiento
y el dolor de tantos leprosos de nuestro tiempo. Uno de ellos es Manos Unidas,
cuya Campaña Contra el Hambre atendimos el domingo pasado.
Pero esta historia continúa. Lejos y
cerca. En todas partes tenemos ocasión de actuar como Jesús. Puesto que somos
sus discípulos no dejemos para otros ni para luego lo que es nuestra
responsabilidad aquí y ahora.