Esta mañana, la Iglesia ha celebrado que Jesús, el crucificado, ha resucitado. El Padre, suyo y nuestro, lo ha constituido como El que Vive, vencedor del pecado y de toda muerte.
Al encontrarnos con Jesús resucitado hemos podido comprobar que no hicimos nada equivocado al fiarnos de Él. Tenía razón.
Es verdad cuanto nos ha dicho de Dios.
Ahora sabemos que es un Padre fiel, digno de toda confianza. Un Dios que nos ama más allá de la muerte.
Ahora sabemos que Dios es amigo de la vida, de todas las vidas.
Ahora sabemos que Dios hace justicia a las víctimas inocentes: hace triunfar la vida sobre la muerte, el bien sobre el mal, la verdad sobre la mentira, el amor sobre el odio.
Ahora sabemos que Dios se identifica con los crucificados, nunca con los verdugos.
Ahora empezamos a intuir que el que pierda su vida por Jesús y por el Evangelio, la va a salvar. Ahora comprendemos por qué nos invita a seguirle hasta el final cargando cada día con la cruz.
Ahora está vivo para siempre y se hace presente en medio de nosotros cuando nos reunimos dos o tres en su nombre.
Ahora sabemos que no estamos solos, que Él nos acompaña mientras caminamos hacia el Padre.
Escucharemos su voz cuando leamos su evangelio.
Nos alimentaremos de Él cuando celebremos su Cena.
Estará con nosotros hasta el final de los tiempos.
Hermanos, es la Pascua Florida en Jesucristo Resucitado. Feliz Pascua del Señor.