Recordad a los Magos, con los que empezamos el año. ¿Qué iban buscando siguiendo a la estrella? Al Rey de los judíos, que acababa de nacer. Ellos parece que lo encontraron.
¿Qué celebramos el Domingo de Ramos? Que Jesús entró en Jerusalén entre aclamaciones, y que casi le entronizan como Rey.
¿Qué hemos escuchado en el evangelio de hoy? Que pusieron un letrero encima de la cruz, diciendo que era rey.
Parece que eso de rey está en todo el evangelio, aunque aparece sólo en algunos momentos.
¿Qué es eso de rey? Por ejemplo, Juan Carlos es rey de los españoles. ¿Por qué? Porque así lo hemos querido. ¿Para qué sirve? Para escucharle y hacerle caso. También sirve para representarnos a todos nosotros. De alguna manera donde va él, vamos también nosotros. ¿Cómo es rey? Siendo uno de nosotros. Ha habido algún rey en España que era extranjero, y no fue bien recibido ni aceptado.
¿Cómo es rey Jesús?
Cuando lo vieron los Magos, un niño de un pueblecito, hijo de unos sencillos artesanos.
Cuando entraba en Jerusalén, alguien montado sobre un burro.
Cuando Pilato escribe el cartel, un condenado en la cruz.
Y el resto de su vida, Jesús fue un sin techo, un buen hombre que era admirado por los que como él tenían hambre y sed de justicia, y tampoco ocupaban grandes puestos, ni tenían ejércitos ni poder.
¿Por qué es rey? Porque su Padre Dios lo arrancó de las garras de la muerte, y lo entronizó a su derecha en favor de todos.
Y nosotros, ¿qué pintamos en todo esto? Porque ¡Jesús ni es español, ni le hemos elegido rey, ni sabemos cuándo habla para hacerle caso y obedecerle!
Tendremos a Jesús por rey, sólo si lo queremos:
Jesús será nuestro rey, si estamos donde él estuvo: junto a la gente más sencilla, dando palabras de aliento, ayudando y sirviendo a los otros como él lo hizo.
Nosotros perteneceremos a su reino, si repasando las bienaventuranzas, encajamos en alguna, cualquiera de ellas, porque será señal de que estamos empeñados de hacer del amor, de la justicia y de la paz nuestro lema y nuestra tarea en la vida.
Seremos súbditos de Jesús Rey si le obedecemos cuando nos habla desde la Palabra de Dios, desde nuestras celebraciones litúrgicas, desde los momentos importantes de la vida, y también desde nuestros hermanos y hermanas más necesitados y que menos cuentan en la sociedad.
Seremos amigos y colegas de Jesús, cuando nuestro corazón se asemeje al suyo, y, como él, tengamos entrañas de misericordia.
Entonces tendrá sentido que la cruz sea nuestro distintivo y que nos llamemos y nos reconozcamos cristianos.