Domingo 4º de Cuaresma

 
Después de escuchar esta parábola, tantas veces leída, reflexionada, comentada en homilías y sermones, y, por qué no, también utilizada en catequesis y celebraciones penitenciales, hoy podríamos ser un poco originales y construir entre todos una segunda parte.
Jesús predicó el Reino de Dios contando esta parábola a quienes le echaban en cara que trataba con cariño a los pecadores. Pero como que la historia que narró necesita un final: ¿Qué pasó después de la fiesta que el padre organizó para su hijo pequeño? Porque la fiesta tuvo que tener consecuencias ¿no os parece?
Así que vamos a ver a los personajes de la parábola e imaginar cómo reaccionarían.
1º El hijo pequeño.
Después de haber experimentado de todo fuera de casa, y de haberlo pasado muy mal, en un mundo duro y cruel, tras la fiesta de acogida asume sus propios fallos, elige lo que le hacer crecer y ser mejor. Reconoce a su hermano mayor con sus cualidades y virtudes y es capaz de analizar las consecuencias sociales de su comportamiento anterior. Se siente agradecido porque se le ofrece una nueva oportunidad y está dispuesto a ser responsable.
2º El hijo mayor.
Después de la fiesta por su hermano pequeño pasa a ser menos cumplidor con las obligaciones y mucho más cuidadoso y servicial en las tareas familiares, laborales y de tiempo libre. Quiere ser mucho más comunicativo y mucho menos exigente con las fragilidades humanas. Entiende que es mejor ir juntos que cada uno por su lado. Empieza a comprender a su padre, que tiene unas entrañas amorosas.
3º El personal de la casa.
Todos han participado también de la fiesta. A ellos también les ha llegado la alegría del encuentro. Ponen en funcionamiento las mejores cualidades de cada uno para producir calidad de vida para todos: más respeto, más justicia, más responsabilidad social y personal. Ya se valoran unos a otros mucho más, y entre todos construyen espacios y momentos de solidaridad.
4º El mundo de fuera de casa.
Ese mundo oscuro, violento e insolidario donde el pequeño gastó su dinero también evoluciona, y casi ni lo reconocemos ya: las personas son tratadas con respeto, todos tienen para comer y vestir porque la riqueza no se acapara, y el tiempo libre y de ocio se emplea para la creación cultural y artística, la comunicación entre las personas y los encuentros plurales. Todo, la naturaleza, el arte, la conversación son ámbitos de bienestar.
5º El padre.
Es el que más disfruta de todos los cambios ocurridos dentro y fuera de casa. La vida cotidiana, el encuentro familiar, el trabajo de cada día, la preocupación por los problemas de los otros lo envuelven todo de dicha permanente. El padre mira contento cómo su casa es ahora de verdad “hogar”, y afuera el mundo es de verdad “nuestro mundo”. Al fin se ha realizado su sueño.
Lo que nos importa es que también esto sea nuestro sueño y así podamos decir de verdad que el Reino de Dios, que ya está aquí, es nuestro más firme compromiso.

Música Sí/No