Domingo 17º del Tiempo Ordinario


Jesús ve a la multitud hambrienta que le sigue y siente compasión de ellos. Los pobres buscan a Jesús, porque ven en Él a un ser excepcional, pero sobre todo poorque tienen hambre y están necesitados. Jesús ve la situación y les plantea el problema a sus discípulos: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?».
Estaban desbordados como lo estaríamos nosotros si nos pusiéramos a pensar sobre nuestra actitud y responsabilidad.
La palabra de Dios nos ofrece pistas para la reflexión: Dios ofrece bienes suficientes para que todos comamos –vivamos– y hasta sobre; somos nosotros quienes acumulamos y provocamos escasez, privando a otros de lo necesario.
El pecado también afecta a la comunidad cristiana. Entre los cristianos hay desunión e insolidaridad. San Pablo apela a la comunión de los que creemos en Jesús.
Jesús calma el hambre de la multitud con cinco panes y dos peces que se consiguen gratis y generosamente, como signo de la abundancia de bienes del Reinado de Dios.
Los discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan, aunque sólo sea «cinco panes de cebada y un par de peces».

Domingo 16º del Tiempo Ordinario


La Palabra de Dios sorprende hoy con una dura condena de los que manejan al pueblo a su antojo. Jeremías, el profeta, no se queda en la queja, sino que promete gobernantes y responsables diligentes que devuelvan al pueblo el bienestar, la libertad, la justicia y la paz.
San Pablo, en su escrito más ecuménico, proclama que Jesús ha roto las barreras que separaban a los seres humanos. Su muerte y resurrección ha originado el nacimiento del hombre nuevo.
La multitud persigue a Jesús, porque está como un rebaño sin pastor. En torno a él, lejos de sus casas y de sus ciudades, encuentran la calma y el reposo y pueden escuchar la palabra de Dios.
Está bastante extendido el sentimiento que tenemos de que en la Iglesia seguimos los mayores, en tanto que los jóvenes se desapegan de la fe. Un día tendremos que revisar ante Jesús, nuestro único Señor, cómo miramos y tratamos a esas muchedumbres que se nos están marchando poco a poco de la Iglesia, tal vez porque no escuchan entre nosotros su Evangelio y porque ya no les dicen nada nuestros discursos, comunicados y declaraciones.
Personas sencillas y buenas a las que estamos decepcionando porque no ven en nosotros la compasión de Jesús. Creyentes que no saben a quién acudir ni qué caminos seguir para encontrarse con un Dios más humano que el que perciben entre nosotros. Cristianos que se callan porque saben que su palabra no será tenida en cuenta por nadie importante en la Iglesia.
Un día el rostro de esta Iglesia cambiará. Aprenderá a actuar con más compasión; se olvidará de sus propios discursos y se pondrá a escuchar el sufrimiento de la gente. Jesús tiene fuerza para transformar nuestros corazones y renovar nuestras comunidades.

Domingo 15º del Tiempo Ordinario


Hoy, la liturgia nos recuerda que todos nosotros somos profetas y enviados de Dios. Como Amós, que fue agarrado por Dios cuando estaba cuidando el ganado y ocupándose de sus higos. Se ganaba la vida con su trabajo. Pero aquí no es cuestión de "ganarse la vida", sino de "arriesgarse" en obediencia al que le dijo: "Ve y profetiza"
Los galileos de Tiberíades podían haber seguido pescando, que era lo suyo, pero escucharon un día a Jesús. Y, en lugar de quedarse a repasar el programa de viaje, salieron… y resulta que luego… "ungían", "predicaban", "curaban"…
Ser profeta no es una profesión, ni un título nobiliario, ni tampoco un honor que se nos concede. Es el encargo que se nos da, y que todos los bautizados en Jesús tenemos, de estar presentes en medio del mundo como fermento de liberación, ser sal, ser luz. Así se explica San Pablo.

Domingo 14º del Tiempo Ordinario


Mejor que una reflexión posterior, ofrezco un apunte que nos sitúe ante este evangelio que vamos a escuchar.
Evangelio, literalmente significa “buena noticia”. En la liturgia Jesús es Evangelio que nos salva. Después asentiremos a la Palabra del Señor respondiendo ¡Gloria a ti, Señor, Jesús! ¿Nos dejaremos sorprender? ¿Aceptaremos el reto que nos plantee? ¿Escucharemos rutinariamente el evangelio? ¿Alimentará y robustecerá nuestra fe? ¿La consideraremos una simple palabra humana más, como tantas otras que escuchamos, que de sabida y repetida no merece ser tenida en cuenta?
Los vecinos nazarenos de Jesús no le reciben: ya le conocen, es uno más del pueblo…
Aún así, todos somos profetas de Dios. No podemos desanimarnos ni seguir en la rutina… Que allá donde estemos, «sabrán que hubo un profeta en medio de ellos».

Música Sí/No